Toda
clase bien planificada debe seguir un orden claro, que permita tanto al
profesor, como a los alumnos visualizar el propósito que se quiere lograr a
través de ella. Esto no significa desarrollar una clase rígida, sino ser
flexible y oportuno para adaptarse a las necesidades que van surgiendo de los
estudiantes y a rediseñar si es necesario, las actividades (individuales o
grupales) que se desarrollan. Lo anterior, permitirá un uso eficiente del
tiempo, del espacio y de los recursos.
Las
etapas o fases que debiera tener una clase bien estructurada son: inicio,
desarrollo y cierre, tal como se presenta en el siguiente cuadro:
El
inicio es el momento en el que el docente comunica de forma clara y precisa los
objetivos de aprendizaje, indagando sobre los conocimientos previos que se
tiene acerca del tema a tratar, creando interés y curiosidad sobre el contenido
de la clase y logrando con todo ello un clima apropiado para iniciar el trabajo
satisfactoriamente.
El
desarrollo es cuando el docente entra de lleno a realizar las actividades que
ha programado. Para ello debe dominar los contenidos y las herramientas
didácticas necesarias para que la clase sea significativa, debe crear un
ambiente de trabajo organizado disponiendo de los espacios y recursos a su
alcance en función de los aprendizajes.
El
cierre ocurre al final de la clase cuando el docente hace una recapitulación de
lo que se ha visto anteriormente retomando preguntas o dudas de los alumnos y
evalúa si la actividad realizada ha cumplido los objetivos programados.
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